En las supertranquilas vacaciones que estoy pasando (hamaca, piscina, internet, lectura, cena al fresco, paseo...) hay una novedad: me he librado de los mosquitos. Durante toda mi vida he alimentado generaciones de insectos de toda laya, hasta llegar a ser El Bulli de la población díptera. ¡Cómo llegué a identificarme con el gran actor Paco Cecilio y su expresión de pánico al anunciar un producto repelente! ("¡Aután, que ya están!", ¿recordais?). Así que descubrí con gran alivio la existencia de esos lápices de amoniaco que alivian las picaduras, ya que los mosquitos más listos son capaces de evitar las trampas eléctricas de luces titilantes que les ponía para ver si se achicharraban de una maldita vez. Cual verdaderos Stukas, atacaban en picado y huían dejando tras de si la huella de su aguijón.
Así, durante largos años, mis despertares en vacaciones han sido los del Increíble Hombre Abotargado por las Picaduras, mi cuerpo jalonado de bultitos colorados, yo un Ecce Homo víctima de la crueldad del mundo de los insectos, ay. Pero este año, ¡oh sorpresa, oh maravilla!, ya no me han picado los mosquitos. De un verano a otro, he emergido inmune a los aguijonazos. Nada, ni una picada, ni una irriítación: soy el asombro de mi familia, que se ha visto privada de la cruel diversión de verme victimado por las escuadrillas del atardecer. "Pobre, hay que ver cómo le dejan", decían con falsa conmiseración, sin disimular un cierto choteo. Porque mi mujer, hay que decirlo, es absolutamente inmune a cualquier picadura. "La mala sangre que tienes", contraataco yo. Y aquí se acaban las coñas.
Ahora debo ser yo el que tiene mala sangre. "Fíjate --le dice mi mujer a mi hija-- es que ya no le pican nada. Qué raro". "Eso es que te haces viejo, papá". Qué gracia, hija de tu madre. Pero debe de ser algo así. Me tumbo de noche en la hamaca bajo el algarrobo del patio trasero: ni una picadura. Me pongo a ver la tele en el sofá: tampoco sucede nada. (Como veis, en vacaciones adopto un especial sentido de la horizontalidad). Aleluya, aquí se acaba una de mis inveteradas lacras. A la mierda los mosquitos.
Leo en el blog de Júlia Costa un post sobre las moscas y su presencia en la vida cotidiana de los pueblos rurales (¿es una redundancia? ¿como "niños infantiles"? No sé). Julia descubre una paleta matamoscas y al leerlo, el instrumento actúa en mi cual magdalena de Proust y me trae a la memoria el tiempo en que convivíamos con las moscas digamos que con más normalidad. Una paleta matamoscas en un piso amueblado en Ikea sería hoy una aberración y un escándalo. Pero antes teníamos en casa cosas mucho más marranas para prevenir el exceso de población alada, como unas cintas anchas y pegajosas que se colgaban de las lámparas, y a ellas iban a caer las moscas de la habitación, "presas de patas en él", como en el verso del panal de rica miel al que cien mil moscas acudieron. Lo cierto es que la visión de las cintajas aquellas todas moteadas de moscas cadáveres era una visión muy poco edificante, pero las visitas la aceptaban con toda normalidad. No hay que olvidar que aquellos eran tiempos en que los apretujados viajes en tranvía eran una sinfonía de olores corporales que podía desplegarse desde la Barceloneta hasta Collblanc, desde el Pla del Palau hasta la plaza Rovira, o desde la ronda de Sant Pau hasta Pedralbes. A mis alumnos de comunicación y televisión les suelo explicar que la primera y principal aportación que hizo la televisión a la vida española fue la difusión de la higiene personal, con los anuncios de jabones y detergentes, y hacer deseable la posesión de un cuarto de baño en casa, con ducha e instalaciones nuevas de loza. Tengamos presente que tener el vater dentro de casa fue también una importante innovación, pues lo habitual era que estuviera en un closet situado en la galería, dentro del cual muchas veces no había un vater tal como lo conocemos, sino la ancestral y ruralizante comuna: un agujero circular sobre un banco de madera, cubierto por una tapadera coronada por un pomo redondo. La desaparición del peculiar tufo de la comuna de la vida privada ha sido un verdadero hito en la historia de la civilización. Lejos de nosotros queda ya aquel oscuro agujero que nos llamaba morbosamente a sumergirnos en el abismo: "Lasciate ogni speranza voi ch'entrate".
Ahora todos somos más limpios, qué caramba, aunque en algún recorrido de metro o bus he podido rememorar viejos vapores de antaño. Por eso vemos con prevención el regreso de la fea costumbre de escupir en el suelo y recelamos de los colectivos inmigrados que la practican (olvidando que sus máximos difusores entre nosotros son los millonarios futbolistas patrios que escupen a diestro y siniestro en los campos de futbol, ante audiencias masivas... y haciéndolo sobre sus oponentes). Porque somos por fin limpios ha surgido la costumbre adolescente de mostrar el tanga o la goma del calzoncillo por encima de los pantalones. Un toque grunge en nuestras vidas no hace daño a nadie porque nuestro entorno está cada vez más esterilizado. La decadencia queda para el espectáculo: asistimos al aspecto de la aporreada Amy Winehouse con la misma actitud que 50 años antes lo hicimos ante el de la asaeteada Bilie Holiday.
No es la guarrería lo que nos amenaza ahora sino su opuesto, esa excesiva pulcritud que exigimos poco menos que neuróticamente a todo lo que se menea. El punto de no retorno lo señalaron esas aberrantes gorras blancas, largas para recoger todo el pelo, de las dependientas de la cosa alimentaria, con esa visera exagerada que no sirve para nada más que para acentuar su lamentable aspecto y recordarles que son siervas. El gran hallazgo del capitalismo de hoy ha sido inocular en la gente el ansia de seguridad, consiguiendo que seamos nosotros mismos los que clamemos por regulaciones, normativas y controles. Y si no es de grado, por fuerza. Cuando la limitación de la velocidad a 80 por hora en el entorno barcelonés llevaba cierto tiempo en vigor, el jefe de tráfico de la Generalitat exhibió como un éxito de su departamento el que los automovilistas hubieran reducido su velocidad en ese periodo. Coño, si no lo hacían les multaban, vaya gracia.
Los tiempos cambian, pues, pero las estrategias de control del sistema permanecen: represión, alienación, religión. Ya no creemos en Dios pero practicamos con fruición todo tipo de ortorexias, movidos por la aspiración de tener una buena figura o de estar más sanos, cosas muy loables ciertamente, pero en el fondo deseosos de tener a mano una verdad a la que agarrarse. Los sacerdotes de hoy son los científicos, los médicos, los dietistas, gentes a las que poder comprar una certeza, certezas no para el más allá sino para el más acá. Deseamos estar seguros de algo, aunque en esta vida lo único seguro son la muerte y los impuestos. Y cuando llega la desazón, fútbol. Los progres de antaño creíamos que cuando desapareciese el franquismo disminuiría la pasión por el fútbol y desaparecería la prostitución en aras de la libertad sexual. Inocentes criaturas, hoy hay fútbol todo el año, día sí y día no, y las carreteras están llenas de putas, puticlubs y macarras de cien nacionalidades distintas.
Ahora veo en la tele unos anuncios que parecen sustituir paulatinamente a los comerciales de jabones y detergentes: productos que pueden paliar el estreñimiento femenino. Decididamente, los hados del destino tienen un cruel sentido del humor. Cuando ya hemos limpiado nuestra existencia hasta la cuasi esterilización, resulta que nuestro mayor deseo es poder cagar. Vaya usted a saber qué más aberraciones nos esperan: el no va más en el porno americano es una nueva especialidad: las escenas con pornoactores ¡que fuman! Antes, el morbo era ver follar a alguien, ahora lo es verle follar... fumando.
Woody Allen se preguntó una vez: ¿Es sucio el sexo?, para responderse: sólo si se hace bien. Rainer María Rilke, en una visita al psicólogo, le dijo: No sé si deseo que me libre de mis demonios, pues a lo mejor, con ello me abandonan también mis ángeles.
Yo ya hace un par de años que estoy afiliado a estos aparatitos eléctricos con botellín de insecticida adosado que son muy disuasorios para toda clase de bichos alados: hay que ver lo torpes que parecen las moscas cuando se encuentran con un vidrio, y oye, desde que tengo estos artilugios conectados, entran y vuelven a salir en la misma maniobra, a toda castaña y sin chocar con nada.
Sí que había pueblos urbanos, como Gràcia o la Creu Alta de Sabadell, pero ya se están extinguiendo. Dentro de poco no habrá ni "pueblos rurales", sino sólo desvíos de autopista. En lugar de conocerlos por el campanario de la iglesia, los distinguirás por la marca de la gasolinera que se encuentra a la entrada.
Publicado por: Jaume | 14/08/08 en 15:55
Antes, a la gente de pueblo se la distinguía por la ropa, y sobre todo, por los zapatos. Cuando la ruralia se convirtió a la cultura de pun y discoteca, la forma de vestir en los pueblos se asimiló a la de la ciudad. Ahora es muy difícil distinguir la gente de pueblo de la de ciudad, sobre todo los jóvenes. Me parece que eso es bueno, pero no sé.
Publicado por: Gabriel Jaraba | 14/08/08 en 16:15
Te reproduzco mi comentario tal como lo he dejado dicho en forma de post en mi blog, però aquí sin enlaces ni estilos ;-( :
http://dipofilopersiflex.blogspot.com/2008/08/reprenent-el-teclat-per-comenar-humor.html
Tot i que tinc la taula plena de fulls i l'agenda plena de posts en cua de publicació, per reprendre el ritme blogaire res millor que començar per una referència a unes paraules de Gabriel Jaraba que en el seu post "Los mosquitos , las moscas, lo limpio y lo sucio" del seu blog escriu això:
"Los progres de antaño creíamos que cuando desapareciese el franquismo disminuiría la pasión por el fútbol y desaparecería la prostitución en aras de la libertad sexual. Inocentes criaturas, hoy hay fútbol todo el año, día sí y día no, y las carreteras están llenas de putas, puticlubs y macarras de cien nacionalidades distintas. "
Ahora veo en la tele unos anuncios que parecen sustituir paulatinamente a los comerciales de jabones y detergentes: productos que pueden paliar el estreñimiento femenino. Decididamente, los hados del destino tienen un cruel sentido del humor. Cuando ya hemos limpiado nuestra existencia hasta la cuasi esterilización, resulta que nuestro mayor deseo es poder cagar."
Bé, jo he començat a riure i no he pogut parar ... la càrrega humorìstica de les reflexions del Gabriel té qualitats terapèutiques, segur.
No hi ha massa res a comentar. Només constatar amb una ganyota als llavis, quantíssima raó té en proclamar la seva innocència, ingenuitat i equivocació, que és també la meva i de moltíssima gent. No, Gabriel, no era cosa de progres, sinó cosa de tota persona normal i sensata.
Amb el temps vas veient que els grans mecanismes d'alienació de masses són indestructibles i gairebé necessaris.
Segueixo pensant que és una indecència la presència del fultbol a tots els mitjans de comunicació pel fet de suplantar el temps que caldria dedicar a la informació de milers de temes importants per a la societat, però com que sóc conscient de la inutilitat de la meva queixa, em sento una mica com un Winston passat per l'habitació 101: ja estic en disposició de començar a estimar la Lliga 2008-2009 que ens ajudarà a oblidar la realitat. Sí, l'opi futbolístic és baratet i legal... Tonto el qui no se n'aprofiti.
Quant als problemes per poder cagar regularment, no n'he tingut mai massa i em costa posar-me empàticament a la panxa dels qui en pateixen. Però segur que hi ha infinitat de remeis que no passen per menjar iogurt. Prunes i prou.
Els publicitaris són una raça de gent que em cau bé, malgrat que el resultat del seu treball em reboti sovint a la cara com un cop de punt i al cap com un cop de pal. Tot sigui per la creativitat.
Falta fer encara la publicitat d'un producte que permeti pixar també regularment, i que no sigui aigua -massa fàcil- , potser algun tipus de pasta, formatge o gaspatxo, vi o cava ...
Els de Don Simón, per ejemple, o un cava català, prometent que, a més de la regularitat, "t'hi podràs pixar de gust" insistint en la imprecisió perquè cadascú imagini el "HI" que vulgui ... fóra un gran anunci amb promesa de vendes mil·lionàries. I encara està per crear i treure'n pela!
Publicado por: Sani | 21/08/08 en 17:49
Sani, moltes gràcies pels teus comentaris i pel post al teu blog. L'incloc al meu blogroll, a l'apartat "blogs xulos".
Publicado por: Gabriel Jaraba | 23/08/08 en 0:05