El gran creativo publicitario Toni Segarra (autor de campañas como "la república independiente de tu casa" o "Be water, my friend") reflexionaba así en La Vanguardia sobre los cambios actuales en su materia:
"La publicidad a cañonazos para millones de televidentes ya no sirve, así que hemos seminalizado el mensaje: debemos atraer a quienes interesamos en el momento en que interesamos. Por eso necesitamos más talento justo cuando se empieza a poder retribuírlo menos. Porque todas las audiencias se fragmentan: támbién la prensa, que será más elitista y cara: en papel pero sólo para quien pueda pagarlo y sepa apreciarlo: información, pero exlusiva; interpretación en la jungla de mensajes, análisis... La información de gran consumo será gratis en todas partes".
Pues los empresarios de prensa están caminando justamente en el sentido contrario:
Rupert Murdoch confirma que sus medios digitales serán de pago antes del próximo verano.
La Vanguardia presiona a sus periodistas para que acepten un ERE, después de haber jubilado anticipadamente a los profesionales más completos y mejor formados de su plantilla.
El Periódico, que ya ha licenciado un buen número de periodistas, mantiene la edición papel en estricta línea noticiosa con artículos de opinión cada vez más escasos e irrelevantes y sin análisis o interpretación de noticias dignos de tal nombre.
Todos los rotativos se empeñan en mantener sus ediciones digitales como meros calcos de la edición de papel, actualizadas dos veces al día a lo sumo, con un uso muy limitado de las posibilidades de acción en red que ofrece la Web 2.0. Los blogs que incluyen están prácticamente ocultos en ellas, aislados de las blogosferas y sin interacción en ellas, como simples columnas de opinión en formato digital.
MIentras las televisiones externalizan su talento, los periódicos simplemente lo eliminan. Prescindiendo de sus profesionales veteranos quedan inermes ante la exigencia de contenidos sólidos. Pero los medios aspiran a lo mismo que las fábricas de patatas fritas o las empresas de mensajerías: empleados mal pagados, jovencitos obedientes y preparados justo para ejecutar órdenes y hacer que la producciòn siga corriendo.
Todo ello es simplemente suicida. No es internet quien está matando a los periódicos, como aventuraba hace tres años The Economist sino la estupidez de los empresarios de prensa. La raíz del mal me la definió hace un par de meses un compañero que ocupa un puesto muy representativo en las organizaciones colegiales de periodistas: "Lo que les pasa a los empresarios de prensa es como si a Colsada no le gustaran las tías". Ahí está el detalle, como decía Cantinflas: a los empresarios de prensa no les gustan los periodistas, no les entienden y se sienten incomprendidos por ellos. No han hallado el modo de trabajar conjuntamente más allá del nivel de director, y a lo sumo, de director adjunto. Los cuadros empresariales son simplemente incapaces de crear relaciones de confianza entre los profesionales de la información y los de la gestión. Antonio Asensio fue el último gigante capaz de hacer tal cosa, y ahí radica el secreto de su éxito.
El aligeramiento de carga que practican las empresas periodísticas con sus ERES y jubilaciones anticipadas no se entiende, pues, solamente como la renuncia a utilizar el talento que se ha formado en su empresa y por el que se ha pagado mucho dinero. Ahí hay mucho del resabio de alejarse a una generación singular de periodistas, surgida en la transición, que asumió al mismo tiempo el papel de autorresponsabilizarse del medio, de hacer sindicalismo, de construir una profesionalización, de erigirse en verdaderos gestores del derecho público a la información. Fue demasiado para esos empresarios y ahora ven la oportunidad de prescindir de ellos. A esos Colsadas nunca les han gustado sus tías. El precio no es baladí: marchar en sentido contrario al que indica la tendencia general. La televisión no mató a la radio ni a la prensa, e internet no matará el periodismo de calidad, que si es necesario cambiará de soporte. Recuérdese que la función crea el órgano, y que, ciertamente, hay industrias en bancarrota, como la del alumbrado público a luz de gas, por ejemplo, mientras que las eléctricas marchan boyantes.
Murdoch lo tiene claro: si el producto electrónico es tan flojo como el de papel, que paguen igualmente por él. Pero esos Colsadas a quienes no gustan las tías van a dejar el Paralelo desierto de escenarios.
ADEMÁS: El uso de los trabajadores de los medios informáticos, visto por un magistrado de la sala de lo Social del TSJ de Catalunya. Via: J.L. López Bulla.
hauries de passar per casa, al final del comentari t'he deixa't feina a fer....(abans de la noia de porcellana)
Publicado por: Puigcarbó | 09/08/09 en 18:53
Moltes gràcies, ja hi he passat i he fet els deures.
Publicado por: Gabriel Jaraba | 09/08/09 en 19:19